martes, 29 de marzo de 2011

Las vainas

Desde pequeño, con este nombre he conocido a las judías verdes. 


La judía es una especie de origen americano, introducida en España, y posteriormente a toda Europa, tras los viajes de Colon. Los indicios más antiguos de cultivo datan del año 5000 a.C.

Pertenece a la familia de las fabaceas (leguminosas) y su nombre científico es Phaseolus vulgaris.

Se trata de una planta anual, de vegetación rápida, con un ligero y poco profundo sistema radicular (excelente para plantar en un tiesto en la terraza), de tallo herbáceo, hojas sencillas, lanceoladas y acuminadas, de tamaño variable según la variedad y flores papilonaceas de color blanco principalmente.

Existen variedades enanas, de porte erguido y una altura aproximada de 30 a 40 centímetros, y de enrame, con una altura de 2 a 3 metros (a las que hay que colocar un tutor donde se enrolle).


La parte comestible es el fruto. Una legumbre de color, forma y dimensiones variables, en cuyo interior se disponen de 4 a 6 semillas. Existen frutos de color verde, amarillo jaspeado de marrón, rojo sobre verde, etc., aunque los más demandados por el consumidor son los verdes de forma acintada. 

El mismo día que hicimos el semillero de los pimientos, plantamos unas alubias de vaina. Todavía es pronto para plantarlas en la tierra, pero estas van a ir en el invernadero para tenerlas un poco temprano. 


En la foto podéis ver los diferentes estadios en los que se encuentran las plántulas. Hay que destacar la presencia de los cotiledones que contienen distintos tipos de reservas (proteínaslípidos, y azúcares) y ayudan a la germinación de la planta alimentando al embrión.

Os animo a plantarlas. Lo podéis hacer tanto en la tierra como en una maceta (de unos 15-20 cm de fondo) en la terraza o el balcón, y disfrutaréis de sus muchas propiedades:
  • Diuréticas
  • Antioxidantes
  • Mejora la circulación
  • Mejora la absorción de otros alimentos
  • Ricas en vitamina A y C
  • Ricas en fibra

 ¡A disfrutarlas!

lunes, 28 de marzo de 2011

Un juego de niños

Si tenéis la oportunidad, no dejéis de involucrar a los niños que tengáis a vuestro alrededor. Para ellos será un juego el plantar, sembrar y ver crecer las plantas, sin embargo, los conocimientos que vayan adquiriendo serán de gran valor en su futuro.


El viernes estuvimos plantando fresas, tres de mis primos y yo. Escogimos una planta que les gustase, pues el trabajo tiene que ser reconfortante. Lo primero fue cortar unas tablas para hacer una jardinera. Ellos me ayudaron a marcar las tablas para cortarlas y después clavarlas. Además daban ideas de como tenía que ser la forma que le diésemos a la jardinera para que, además de útil, fuese bonita. 


Una vez construido el recipiente, aportamos tierra y ellos mismos plantaron las plantas de fresa. El pringarse las manos al plantar fue sin duda lo que más les gusto. Por último, regamos y listo. 


Ahora están encargados de ir regando cuando sea necesario y controlar como van creciendo las fresas que más tarde se comerán.

jueves, 24 de marzo de 2011

Ya comienzan a nacer

Si os acordáis hace 12 días metimos las semillas de pimiento, previamente germinadas, en la tierra. Hoy ya podemos ver una veintena nacidos y otros tantos luchando por asomar las hojillas a la superficie. 


Con nada más que agua, tierra y mimos van creciendo.


Plántula emergiendo

Algunos de los pimientos más adelantados con unos 2 cm de porte.

martes, 22 de marzo de 2011

Primavera

Ayer entró la primavera y parece que las plantas responden mostrándonos su mejor cara.

Las fresas ya están llenas de flor,



 al igual que los guisantes


y las habas.

 

Éstas, ademas, comienzan a tener callejas y se puede ver como van engranado día a día.


Las lechugas también van creciendo poco a poco y ahora con estos días de sol se las ve más hermosas cada día.


Pero como ya vimos, no solo hay hortalizas en la huerta. Los árboles más tempranos ya han brotado y se han llenado de flores. Cerezos, perales o melocotonales (durandales en algunos puntos de Cantabria) son algunos de ellos.



viernes, 18 de marzo de 2011

El injerto

Según Calderón (1987), un injerto es la unión íntima que se efectúa entre dos partes vegetales de tal forma que ambas se sueldan, permanecen unidas y continúan su vida de esta manera, dependiendo una de la otra y formando una especie de simbiosis. Una de las partes generalmente forma el sistema radical y constituye el llamado patrón o portainjerto; dando lugar la otra a la parte aérea y llamándosele injerto, vástago o variedad, pudiendo derivarse de una simple yema o de una vareta o púa.

Hay muchos métodos de injerto los cuales difieren solamente en el detalle de la técnica. Entre otras podemos encontrar: injerto en hendidura, injerto de ramas, injerto de corteza, injerto de Lezna, injerto en corona o injerto en yema.

Para realizar un injerto, deben primero conocerse algunos principios acerca de la anatomía del árbol. El cambium es una delgada capa de células que se encuentran entre la corteza y la madera. Cuando la corteza de un árbol  es levantada, se aprecia el cambium como una capa brillante y resbaladiza. Este es el tejido de crecimiento del árbol y tiene que estar en contacto con el mismo tejido de la pieza a ser injertada para asegurarnos el éxito. 

En esta ocasión vamos a injertar unos cerezos con el injerto en corona. Lo vemos paso por paso:

Lo primero es escoger las púas para injertar. Su grosor debe ser de más o menos el de un lápiz y preferiblemente escogeremos ramitas con buen aspecto de salud. En la foto podéis ver púas de 2 variedades, cereza de mayo y triscona (picota).


Ahora comenzamos el injerto en sí. Tenemos que cortar el portainjertos consiguiendo una zona plana y perpendicular al suelo. Este cerezo que veis lleva dos años plantado y ya ha alcanzado un grosor de unos 6 centímetros. Es importante que el corte sea limpio y no se arranquen partes de la corteza.


Con la ayuda de una navaja bien afilada, creamos unas escotaduras en la orilla del tronco en la que introduciremos la púa. No hay que pasarse de tamaño para que quepa justa la púa que tenemos y los cortes tienen que ser lo más limpios posible.


 Ahora llega el momento de darle forma a la base de la púa para que encaje perfectamente en la hendidura hecha.



Así vamos poniendo hasta 4 púas poco a poco.



 Si os fijáis la piel de las púas casan perfectamente en la piel del cerezo. Esto es lo más importante del proceso ya que así ponemos en contacto los tejidos por los que circula la sabia.



La herida que le hamos creado al árbol es un foco de infecciones y un muy buen hábitat para animalillos como la cochinilla de la humedad. Esto puede dar al traste con el injerto. Además el aire y la humedad no ayudan en el proceso. Por ello se realiza un sellado. En el mercado podéis encontrar muchos productos sellantes, pero yo utilizo el más económico: la arcilla. Se hace una pasta con arcilla húmeda que se va aplicando por toda la parte afectada para protegerla.  



Cuando lo tenemos todo tapado se cubre con un trapo y se aprieta para que quede fijado. No utilicéis plásticos o tejidos que no transpiren porque cortan la aireación.




Como veis en esta última foto el injerto está completamente tapado. Ahora solo queda realizar un seguimiento cada 3 ó 4 días para ver que no surge ningún problema y esperar a que al injerto agarre.


¡¡A ver si dentro de poco comemos cerezas!!

viernes, 11 de marzo de 2011

Siembra

Después de 12 días en un recipiente con humedad y calor ya tenemos las semillas germinadas y listas para la siembra en tierra.

Podéis ver como la radícula ya ha aparecido y busca el sustrato con su geotropismo positivo, esto es, que la radícula tiende a crecer de forma natural hacia el centro de la tierra.


En este caso vamos a sembrar las semillas en una bandeja de poliespán con turba. Lo primero que tenemos que hacer es rellenas las cavidades de la bandeja . Es importante no apretar la turba pues se empeora la circulación del agua y la aireación al eliminar los canales que se forman entre las partículas de sustrato. Elegimos la turba porque es un sustrato con mucha materia orgánica y aporta los nutrientes necesarios para el crecimiento de la plántula, y además evitamos el nacimiento de otras plantas indeseadas que pueden estar en el banco de semillas de la tierra de nuestra huerta.


Una vez rellenados los orificios hacemos un pequeño surco con el dedo para colocar la semilla. La profundidad a la que depositamos la semilla respecto a la superficie varía según la especie. En pimientos por ejemplo unos 5 mm es una profundidad adecuada, mientras que las alubias se enterrarán alrededor de 1 cm. Así pues, cuanto más grande sea la semilla más la enterraremos, pero sin pasarnos.


Cuando tengamos una semilla en cada taco de la bandeja las taparemos con cuidado y no apretaremos la turba que añadamos por encima. Es importante que la semilla quede bien tapada para que no le incida la luz directamente. 


El último paso sería regar. La turba es hidrofóbica cuando se seca, por lo que es muy importante que no pierda su humedad ya que después nos costará mucho rehidratarla.

Ahora solo queda cuidarlas para ver como crecen.